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La emancipación de mi tía Eulalia


Amas de casa, madres obsesivas, "mujeres al borde de un ataque de nervios" aprendamos de tía Eulalia.

Mi tía Eulalia (nombre que significa ‘Elocuente, de gran raciocinio y dulces modales’) tenía muchos problemas. Había estado ganando peso y sentía dolores por todos lados. No dormía, se mordía las uñas y rechinaba los dientes. Era irritable, gruñona, amargada y andaba todo el día con cara de preocupación. Hasta que un día, de pronto, ella cambió.

La situación estaba igual, pero ella era distinta, no reaccionaba como siempre:
"Vieja-dijo su marido- ¡hoy tuve un día tremendo en la oficina, un día de locos!"
-Ah, bueno.-contestó mi tía. -Ya descansarás... toma algo fresco y una buena ducha.

"Mamá -dijo mi primo- patiné con las dos materias en la facultad. Me bocharon"
-Ah, bueno. -respondió mi tía. -Ya te recuperarás y si no, pues repites el semestre. Pero te lo pagas tú.

"Mamá- dijo mi prima- Choqué el auto y se me hizo un terrible bollo adelante."
-Ah, bueno. -suspiró mi tía. -Llamá al seguro, llévalo al taller, busca como pagar y mientras tanto, movilízate en colectivo, subte, o que alguien te acerque.

"Mamá- dijo mi otra prima- Estaba con unas amigas y me dejé olvidado el celular en un bar y cuando regresé, ya no estaba y ¡nadie sabía nada! ¡Me quiero morir! ¡Ahí tenía todas las fotos, contactos, ¡Todo!”
-Ah, bueno. -dijo mi tía. -Llamá a la compañía de celular y hacé la denuncia; ya podrás comprarte otro celular, con tiempo.

Finalmente, llegó su hermana menor, mi otra tía, que siempre la fustigaba y clamaba: "-¡Eulalia...! me peleé con mi marido y vengo a vivir un tiempo con ustedes."
-Ah, bueno. -dijo mi tía. -Acomodate en alguna cama que encuentres disponible en el primer piso, buscá la ropa de cama en el placard de la habitación grande y ponete cómoda.

Aunque todas las respuestas eran absolutamente lógicas, todos se reunieron muy desconcertados y preocupados al ver estas "falta de reacciones y mala sangre" de mi tía. Sospechaban que hubiera ido al médico para que le recetara unas pastillas de algún medicamento tipo ‘A mi que me importa’ de 1000 mgrs. Seguramente también estaría ingiriendo una sobredosis.

Propusieron entre ellos hacer una "intervención" a mi tía para alejarla de cualquier posible adicción que tuviera hacia algún medicamento anti-berrinches. Pero cuál fue su sorpresa, que cuando se reunieron en torno a ella y mi tía explicó:

“- Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que cada quien es responsable de su vida, me tomó años descubrir que mi angustia, mi mortificación, mi depresión, mi coraje, mi insomnio y mi estrés, no solo no resolvían sus problemas sino que agravaban los míos. Siempre que les sugería algo, respondían con objeciones y debía buscar otra cosa. Yo no soy responsable de las acciones de los demás, pero sí soy responsable de las reacciones que yo exprese ante eso. Por lo tanto, llegué a la conclusión de que mi deber para conmigo misma y para la salud de la familia, es mantener la calma y dejar que cada quien resuelva lo que le corresponde.”

“- He tomado las cinco clases de yoga que ustedes me insistían que tomara y leí todos los libros de ‘autoayuda’ que ustedes han comprado y tienen en la biblioteca, libros de filosofía zen, de Milagros, de Recursos Humanos, de Higiene Mental, las Cartas de san Pablo y otros más...y hay un común denominador: finalmente todos conducen al mismo punto...eso es que yo solo puedo tener injerencia sobre mí misma.”

“- Ustedes tienen todos los recursos necesarios para resolver su propia vida. Yo solo podré darles mi consejo si es que acaso me lo pidieran, y de ustedes depende seguirlo o no.”

“- Así que de hoy en adelante, yo dejo de ser el receptáculo de sus responsabilidades, el recipiente de sus culpas, la lavandera de sus remordimientos, la abogada de sus faltas, la depositaria de sus deberes, o su llanta de repuesto para cumplir sus responsabilidades. Los declaro a todos Adultos, Independientes y Auto-suficientes."

Todos se quedaron mudos. Desde ese día la familia comenzó a funcionar mejor...Porque cuando la Tía Eulalia está bien, todos en la casa saben lo que les toca hacer.


Anónimo
 
Colaboración de Julio Cesar Fernandez

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