Me conchavé de aguatero y fue mi primer jornal;
si bien la pasaba mal por aguantar ser mandado,
compré mi primer atado de la marca "Cardenal".
Más chucaro que un bagual fui juntando años tras años
y aunque nunca hice el estaño porque no fui tomador,
me acontecí fumador de rubio, negro o castaño.
En noches donde el tamaño de la soledad es brava,
cuando ya todo se acaba y uno se cree que ha terminado,
siempre estuviste a mi lado igual que el mate y la pava.
Y cuando me iba al boliche y no alcanzaba la plata,
en vez de alzar alpargatas, yerba o algún otro lujo;
me sometí al embrujo de un tabaco negro en lata.
Con papel de arroz "El Sol", solía armar el caporal;
tirante como un pegual solía quedarme el gargüero;
era fuertón y fulero y de alquitrán... sin igual.
Ninguno tomará a mal si le hablo a aquel cigarrillo tan
pobretón y sencillo,
compañero en todo trance, aunque sienta que me avanza la
espalda con su cuchillo.
A veces siento que un grillo suele salirle al respiro.
Prendo y al rato lo tiro o su cerrazón me acogota
y hay un algo que rebota en el fondo de un suspiro.
Pero con él, cuando aspiro el ñudo de una pena,
siento que se hace más buena, siento que me duele menos.
Me dice que es un veneno, je! yo se bien lo que envenena...
pero a pesar de quererte, tan hondo como te quiero,
hay rumores que el pampero trae malas nuevas por viejas,
dice el doctor que las rejas tienen menos prisioneros...
Se amontonan aguaceros en los charcos de la vida,
se amontonan las heridas adentro del corazón,
pero dice la razón que hay humo de horas perdidas.
Como ves, no me resigno tan fácil a abandonarte,
yo que anduve en cualquier parte, ganando y perdiendo todo,
como ves, no encuentro el modo de abrirme sin traicionarte.
Se que no podré olvidarte y se que habrá mucha gente,
que dirá que no es prudente, que rayo en la apología,
je!, si fuera dios, podría decenciar al indecente,
pero soy hombre y pariente del resto de la jauría.
Tengo que dejarte, amigo, después de tantas distancias,
cuarenta y pico de octubres pasaron como si nada.
José Teodoro Larralde (Huanguelén, partido de Cnel.Suarez, Pcia de
Buenos Aires 22 de octubre de 1937) es un cantautorargentino de música
folclóricaDescendiente de árabes y de vascos, desde muy pequeño, a la
pronta edad de 7 años, comenzaría a escribir esos versos de contenido
crítico que, a lo largo de su vida, hablarán de oficios, situaciones y
personajes que se cruzaron en su camino.Además de dedicarse a la
composición y al canto realizó trabajos de albañil, de mecánico,
trabajador rural, tractorista y soldador, y prosiguió trabajando
mientras realizó sus primeras grabaciones.
Su irrupción fue fulminante, y mucho tuvo que ver con ello el famoso
cantorJorge Cafrune. Dedicado Larralde a su quehacer artístico, en su
pueblo natal, anhelaba conocerlo y, sabiendo que su vecino José Dip
tenía trato con él, frecuentemente le pedía que se lo presentara. Una
noche de 1966, encontrándose en un asado en casa de su tío Eduardo
Saad, José Dip le cumple el deseo tan anhelado, y es así como Larralde
le hace conocer a Cafrune algunos temas de su autoría. La aceptación
fue inmediata: después de oírlo cantar, Cafrune le pidió a José Dip que
al día siguiente llamara a Hernán Figueroa Reyes, director de
grabaciones de CBS, porque deseaba incluir algunos temas de los
escuchados en su disco en preparación, a la postre editado en 1967,
titulado Jorge Cafrune. Es de esta forma que, pese a algunos
contratiempos, «Permiso» y «Sin pique» finalmente estuvieron presentes
en el LP.
Cafrune volvió a Huanguelén al poco tiempo, ya que tenía que actuar en
Girodías, que se encuentra a escasos kilómetros de allí. En esa
oportunidad invitó a José Larralde para que lo acompañara. Cafrune
interpretó 3 temas y luego presentó a Larralde, quien a partir de ahí
se hizo dueño del escenario, con la anuencia de Cafrune, y cantó varios
temas, entre ellos «Herencia pa' un hijo gaucho», la cual llegó a oídos
de los directivos de la compañía discográfica RCA, que al poco tiempo
decidió contratarlo.
En 1967, José Larralde grabó el primero de veintiocho discos editados en la Argentina, sin contar reediciones y compilados.
Larralde ha encontrado el modo de hacerse conocer, a pesar de que
siempre ha huido de promociones y concentraciones masivas. Sus discos
se han vendido en Alemania, Australia, Brasil, Chile, Colombia, España,
México, Paraguay, Uruguay y Venezuela, entre otros.
Larralde dice sus verdades con su música popular de raíz folclórica,
cantando contra todo tipo de lo que él considera injusticias y
desigualdades.A sus versos, tal vez por desconocimiento del medio geográfico y social en que nació y creció, suele endilgárseles cierto hermetismo y rebuscamiento.
No obstante ello, si se analiza globalmente toda su producción, es
fácil entender el porqué de la adhesión y fidelidad del público. Este
quizás, valorice el desprecio del intérprete hacia la maquinaria
comercial que, las mayoría de las veces, ha sido principal causante del
bastardeo y desvirtuación del género.
En efecto, Larralde, desde hace años, desarrolla su labor artística
lejos de los circuitos comerciales masivos de festivales y casi sin
apoyo promocional y publicitarios de las grandes empresas de
comunicación. Ello no le impidió, no le impide, ni le impedirá seguir
concitando la atención y el apoyo de nutridos núcleos de seguidores en
cada uno de sus recitales.
Aporte de David Gleiser
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